De no creer | Un gran show rockero para despedir a Espert
Así como no me ha temblado el pulso para criticar al Gobierno cuando correspondía, hoy subo la voz para elogiarlo. Tremendo ...
Así como no me ha temblado el pulso para criticar al Gobierno cuando correspondía, hoy subo la voz para elogiarlo. Tremendo show el que montaron anoche en el Movistar Arena. Maravilloso espectáculo. Un gran acto. Para la oposición.
Santi Caputo, Caputín, sigue siendo infalible en la organización de estos montajes hollywoodeanos, impactantes por donde se los mire. Solo hay que averiguar quién se los está encargando. Candidatos kukas, a ustedes les hablo: por favor, nada de ponerse en gastos en estas últimas semanas antes de las elecciones. Licencien a creativos y marketineros. No sumen material de descarte a las infumables tandas electorales en radio y TV. Ya tienen el trabajo hecho: cortes de Javi en el estadio. Javi horadando clásicos de la música popular. Javi, sacado, rugiendo. Su reveladora frase: “No parezco, pero soy humano”. La secuencia: mientras Toto Caputo manguea en Washington 20.000 millones para apagar el incendio en los mercados, Javi, en Villa Crespo, canta, con Sandro, “dame fuego, dame dame fuego”. Otro corte: Javi, en charla por fin reposada con Adorni, recuerda los comienzos de la carrera política de “José Luis” (Espert), precisamente los tiempos en que se abría camino con dólares narcos de Fred Machado. Fin de la tanda.
Milei cantó "Dame el fuego de tu amor"Lástima, kukitas míos, no disponer de fotos de los ensayos en Olivos de la banda que tocó anoche; que, me dicen, fueron tres. Porque el Pelu jamás subiría al escenario a improvisar, a dar rienda suelta a la inspiración. Hay mucha transpiración y largas madrugadas en la residencia triturando a los Ratones Paranoicos, a La Mississippi, Gilda, Ataque 77… No todo es economía, redes y óperas en la vida del Presi: la ventana del rock lo vuelve más joven, más iracundo, más león; más depredador de la casta, que con esa misión lo envió Dios al mundo. ¿Se infiltra un casta en el primer lugar de la lista de diputados en Buenos Aires? Música, maestro: que suenen para él los acordes heavy de la destitución. Redobles de batería seguidos por un solo del bajo, para bajar al impuro. Y el estribillo en la voz grave, inconfundible, del líder de la banda: “Espert, esperpento, contate otro cuento”.
“Líder de la banda”. Please, evitemos los subtextos.
O Caputín está a sueldo de Cristina, o un médico ahí. ¿Qué festejaban anoche? No parece que el megashow haga juego con la caída por 13 puntos en los comicios bonaerenses, lo que catapultó –hasta me cuesta escribirlo– la candidatura presidencial de Kichi. O con que en la provincia todavía no sepan cómo arreglar el bolonqui de haberse quedado tan sobre la fecha sin cabeza de lista. O con la debacle en las encuestas. O con el parate del consumo y los nuevos bríos de inflación, dólar y riesgo país. El fiestón del Movistar Arena estaba buenísimo en 2023. Hoy hace ruido; más ruido que la banda.
Acaso no nos dimos cuentas y había una justificación: despedir a Espert por la puerta grande.
La reimpresión de los 15 millones de boletas, para darle lugar a Santilli, cuesta cerca de 15.000 millones de pesos. Un fangote. Pero tengo la solución. Que pague el culpable. Fred Machado.
(Entre paréntesis y en voz baja, me pregunto: ¿es el Colo Santilli el hombre indicado para reemplazar a Espert? Digo, porque, pobre criatura, enseguida le van a inventar un prontuario. Y como que él, en su candidez, es más prontuariable que otros. Ya habría que ir haciendo control de daños: Colo, empezá a defenderte).
Del recital en el Movistar Arena quedan datos y escenas que, por llamativas o sugerentes, conviene registrar. Como corista intervino, en varios de los temas, la diputada nacional Lili Lemoine, estilista del Presi y, así la presentó, “mezzosoprano”. Ojo, es afinada. La propuesta: que desde ahora no haga más declaraciones ni discursos, que, por desbocada, siempre traen problemas. Que solo cante; también desde su banca. Afuera del estadio, un grupúsculo opositor voceaba consignas destituyentes; todas explícitas, menos una, breve y misteriosa: “¡Tres por ciento, tres por ciento!”. Mientras Milei se bañaba y disfrazaba de presidente, el telonero fue Agustín Laje, que discurseó sobre su veintiúnico tema: la guerra cultural. Muy interesante; no lo que dijo, sino ver que, por primera vez en su vida, para estar a tono con la movida rockera se dejó la camisa por afuera del pantalón. Reaccionario con lookete informal: un tierno. Cuando el Pelu volvió al escenario, 20 minutos después, estaba cubierto por la bandera argentina, para entonar el himno nacional. Así revestido, con la bandera cual estola, había adquirido apariencia de celebrante, de sumo sacerdote, de un hombre entre el Cielo y la Tierra. Claro: hasta que habló.
Milei en el Movistar Arena: los "celos" de Lilia LemoineQué flagrante olvido el mío. No mencioné que todo se trató de la presentación del último libro del rey de la selva: La construcción del milagro. Ya tengo el ejemplar en casa, dedicado por Javi: “A CRR, que, como corresponde, recibe sobres, pero con monedas, que es lo que vale”. No veía el momento de zambullirme en sus páginas. Me detuvo Adorni al contar allí que era “el libro número 13 del Presidente”. Juro que no soy cabulero, pero escuché “13” y desistí. Rarísimo. E imperdonable, porque me pierdo lo único que puede salvarnos. Un milagro.