De acuerdo a diferentes estudios, hablarle a tu perro como “si fuese un bebé” lo hace feliz
Si vivís con un perro, seguro que alguna vez te descubriste a vos mismo hablándole con esa voz aguda, medio cantada, llena de diminutivos y exageraciones. Todos somos culpables de frases como: ...
Si vivís con un perro, seguro que alguna vez te descubriste a vos mismo hablándole con esa voz aguda, medio cantada, llena de diminutivos y exageraciones. Todos somos culpables de frases como: “¿Quién es el más lindo del mundo? ¿eh, mi gordito?”. Y, claro, que después te reís solo porque parecés una caricatura. Pero ojo, no es una locura individual: la mayoría lo hacemos de manera automática y, según la ciencia, tiene sentido. De hecho distintos estudios comprobaron que los perros reaccionan diferente cuando les hablamos así: prestan más atención, se quedan cerca nuestro y hasta muestran señales de felicidad más claras. Es como si ese tono “aniñado” fuera un idioma compartido, una especie de puente emocional que les permite entendernos mejor y sentir que estamos conectados. Lejos de ser ridículo, hablarles como a bebés es una de las formas más simples y naturales de demostrarles afecto y de reforzar el vínculo que tenemos con ellos.
La ciencia detrás de la “voz de bebé” perrunaUn trabajo de la Universidad de York (Reino Unido) mostró que los perros reaccionan distinto cuando les hablamos con voz normal y con voz estilo bebé. En los experimentos, los animales prestaron más atención y se quedaron más tiempo junto a quienes usaban ese tono cariñoso. Los investigadores lo llamaron dog-directed speech y remarcaron que funciona todavía mejor cuando mencionamos palabras clave para ellos, como “paseo” o “galletita”.
Pero no se trata solo de comportamiento: también hay evidencia cerebral. Otro estudio con resonancias magnéticas reveló que el cerebro de los perros se activa más con voces agudas y cálidas, sobre todo femeninas. Áreas vinculadas con la atención y la emoción mostraron mayor actividad, lo que confirma que esa forma de hablar no les pasa inadvertida.
En criollo: cuando usamos ese tono agudo, lento y lleno de afecto, no solo los mantenemos atentos, también generamos una conexión parecida a la que se da entre adultos y bebés humanos.
Más que voz: vínculo y emocionesHablarle así a tu perro no solo capta su atención: también refuerza el lazo afectivo. Investigaciones de la Universidad de Azabu, en Japón, comprobaron que durante las interacciones afectivas entre humanos y perros —miradas sostenidas, palabras suaves, caricias— aumenta la liberación de oxitocina en ambos. Es la misma “hormona del amor” que se dispara en vínculos cercanos, como los de madre e hijo. Según los científicos, este mecanismo explica por qué sentimos que nuestro perro “nos entiende” cuando le hablamos con voz tierna.
Estos efectos se miden de manera objetiva: al analizar la saliva de los perros después de una sesión de juego o charla cariñosa, se registran picos de oxitocina. Lo interesante es que el efecto es recíproco: ellos se relajan y muestran más seguridad, y nosotros también sentimos bienestar. De ahí que hablarles funcione como una especie de terapia natural, bajando el estrés y reforzando la sensación de compañía.
Los psicólogos llaman a este registro “lenguaje afectivo”: un modo de comunicación que exagera entonación, ritmo y gestos para generar cercanía inmediata. No importa tanto lo que decimos literalmente, sino la carga emocional que transmitimos. Y en ese idioma, perros y humanos nos entendemos sin traductor.
¿Sirve siempre o hay que regularlo?Los especialistas coinciden en que este tono funciona bárbaro para momentos positivos: saludar, premiar, jugar o reforzar conductas deseadas. Ahí la voz aguda y mimosa multiplica la atención y la motivación del perro. Sin embargo, advierten que no conviene usarlo en todas las situaciones.
Por ejemplo, si tu perro está por hacer algo peligroso —como morder un cable o agarrar comida tóxica—, el tono dulce puede ser contraproducente. Lo que necesita escuchar es una voz firme, clara y grave, que transmita límite en vez de juego. En entrenamientos pasa algo similar: abusar de la “voz de bebé” puede confundirlo y restar seriedad a las órdenes básicas.
Un estudio publicado en PLOS Biology en 2023 mostró que los perros procesan mejor las órdenes cuando el ritmo del habla es lento y marcado, pero no necesariamente agudo o aniñado. En otras palabras, no es la única estrategia eficaz: lo ideal es reservar el tono tierno para reforzar la conexión emocional y usar registros más firmes para comunicar reglas o límites.
La clave, entonces, está en el equilibrio: usar esa voz cariñosa como puente afectivo, pero no como único canal de comunicación.