Las cinco revisiones que debes hacer antes de llevar el auto al taller mecánico
Llevar el auto al taller suele ser un paso inevitable, ya sea por un servicio programado o ante la aparición de una falla. Sin embargo, antes de entregar las llaves es recomendable realizar una se...
Llevar el auto al taller suele ser un paso inevitable, ya sea por un servicio programado o ante la aparición de una falla. Sin embargo, antes de entregar las llaves es recomendable realizar una serie de controles básicos. De esta manera, el conductor llega con información más precisa, puede prevenir gastos innecesarios y también evitar malentendidos con el mecánico.
Según especialistas, son cinco las revisiones clave que conviene hacer de manera previa, donde la primera a revisar es el historial de mantenimiento. El punto de partida es revisar el libro de servicios o cualquier registro de reparaciones anteriores, ya que conocer cuándo se cambiaron filtros, correas o piezas de desgaste ayuda a distinguir entre lo que corresponde al ciclo normal de mantenimiento y lo que puede ser un problema nuevo. Esa información resulta valiosa para orientar el diagnóstico del taller y evitar duplicaciones de trabajo.
Además, una mirada rápida puede revelar mucho: fugas de aceite, manchas de refrigerante o mangueras deterioradas. También vale la pena chequear si hay corrosión en partes metálicas, grietas en los plásticos o componentes sueltos debajo del chasis. Una práctica común para quienes no entienden mucho de la materia es tomar fotos antes de ingresar al taller, una buena práctica para tener un registro del estado previo del auto.
Otro aspecto son los líquidos, el “sistema circulatorio” del vehículo. Revisar el nivel y aspecto del aceite, el refrigerante, el líquido de frenos y, en los casos que corresponda, el de transmisión o dirección asistida, permite detectar alertas tempranas. Un color anormal o un nivel bajo puede anticipar un desgaste interno que el mecánico deberá atender.
El estado de los neumáticos es un indicador inmediato de seguridad. Conviene comprobar la presión, la profundidad del dibujo y posibles deformaciones o desgastes desparejos. Si el vehículo tiende a desviarse o transmite vibraciones al volante, es probable que exista un problema de alineación o suspensión. Señalarlo en el taller puede ahorrar tiempo de diagnóstico.
El último paso es revisar que todas las luces exteriores funcionen y que no haya testigos encendidos en el tablero. Si aparece un “check engine” u otra advertencia electrónica, es útil anotarlo. Esto facilita al mecánico ubicar el origen del problema.
Estas revisiones no reemplazan al trabajo profesional, pero ofrecen una base clara para que el conductor y el mecánico hablen el mismo idioma aunque no tengan los mismos conocimientos. Al mismo tiempo, evitan atribuir al taller fallas que ya estaban presentes y contribuyen a que el presupuesto sea más transparente.